A decir verdad, yo soy una persona muy imaginativa. Siempre espero más de lo que puedo obtener o me imagino cosas que no son probables que puedan pasar. Esta forma de pensar tiene algo bueno y negativo: el lado positivo, es que te inspira a dar lo mejor de vos para poder lograr lo que querés; el lado negativo es que es muy fácil sentirse decepcionada cuando las cosas no resultan ser como querés. Muchas veces me da un sentimiento de autocomplacencia, en la que solo pienso en hacer cosas por mi propio bien sin pensar en cómo vayan a afectar a los otros.
Cuando pienso en autocomplacencia, automáticamente se me viene a la cabeza un conflicto familiar en el que siempre me encuentro. Casi siempre los domingos salimos a comer con mi familia. Tratamos de conocer nuevos restaurantes, entonces siempre que salimos elegimos uno diferente. Mi problema es que hay muchos tipos de comida que no me gustan, y siempre me quejo cuando deciden comer algo les gusta a ellos y a mí no. Es una pelea constante entre mis papás y yo, porque ellos tienen gustos muy diferentes y no tienden a cambiar de opinión una vez que se deciden. Usualmente cuando llegamos al restaurante me pongo de malhumor o empiezo a rogarles que nos vayamos a comer a otro lugar. Ellos siempre terminan enojándose conmigo por molestarlos tanto, y me obligan a quedarme.
Tengo que admitir que muchas me encuentro en una posición donde no me gusta mucho de lo que ofrecen en el menú, y hasta hay veces que mis padres terminan pensando igual que yo; pero la mayoría de las veces termino probando comida que nunca había probado y la disfruto bastante. A veces mi mayor problema es que no me gusta probar cosas nuevas por miedo que no me vayan a gustar al final. Agradezco que me den un empujón cuando lo necesito, porque si no seguiría siendo la misma persona aburrida de siempre.
Esto no me pasa solamente en restaurantes, pero también en la casa cuando vamos a cenar todos juntos. Todos los días mi familia y yo nos sentamos a comer juntos en la mesa del comedor y hablamos sobre cosas de nuestro día, o cualquier tema que se nos ocurra. Generalmente mis papás se ponen a hablar de temas políticos o sobre cosas del trabajo que no nos interesan a mis hermanos y a mí. Siempre pedimos levantarnos de la mesa y no nos dejan por querer pasar tiempo con nosotros. No nos damos cuenta, pero ellos nos dicen que quieren hablarnos porque algún día vamos a crecer e irnos de la casa. Al final del día, reconozco que tienen razón y que en el futuro voy a extrañar esas cenas.